Apuntes básicos / El futbolero

Como el ser humano o la vida misma, el fútbol es, en realidad, una maravillosa armonía. Al igual que el humano o la vida, sino fuese por esa perfecta armonía, simplemente dejaría de ser. De ser lo que es. De transmitir lo que transmite. De provocar lo que provoca.
Presiones publicitarias, costosas campañas destinadas a mostrar al fútbol como un espectáculo montado y a jugadores como malavaristas profesionales con el balón, tienden a desnaturalizar la esencia misma de este deporte.
El negocio debe utilizar las situaciones de presente y por sobre todas las cosas, sacarles provecho. Ante tanto partido de fútbol a la vista, ante tanta concurrencia, ante tanta masividad y pasión desenfrenada, ante tanto desatento que consume lo que se vende, lo cierto es que la imágen del fútbol "show", del deporte en el que sólo cuentan los firuletes, del fútbol "espectáculo", es la más redituable.
El que compra y consume esto que muchos se atreven a llamar "fútbol", quiere nada más que el espectáculo. Esa persona puede que piense que sólo un caño, una rabona, jueguitos o tacos conforman la naturaleza del fútbol. En otras palabras, que lo único que se busca es entretener...Esos ojos poco conocedores, sin ninguna duda, compran sólo el lujo.
En estos casos, huelga decirlo, no hay armonía. Repasando un poco nos damos cuenta que el balón pie sería tan solo un arte para entretener. Un espectáculo aburrido, sin corazón, sin garra, sin pasión, casi sin compañerismo, en el que el vencedor (y no hablamos del que se imponga en el marcador) sería el más hábil con la pelota al pie. El que juegue más "bonito"...
La escuela futbolera, en cambio, nos dice y nos inculca, a aquellos que mamamos desde pibes el verdadero valor del fútbol, que este deporte fue, es y será hermoso, único e inigualable pura y exclusivamente por su armonía. El futbolero (insistimos, aquel que ama y aprecia la esencia misma del fútbol) entiende de qué se trata esto.Que vale lo mismo el arranque fenomenal y mágico de un 10 con medias bajas que la barrida para recuperar el tesoro de un 5 bien parado en el medio. Que se necesita belleza y sutileza en muchos momentos, y sangre, sudor y lágrimas para defenderse de un partido chivo en otros. Que muchas veces hay que reir, y muchas otras poner la peor cara posible. Que nunca hay que olvidarse de los códigos del deporte, por más que las cosas no salgan...o todo lo contrario, y la victoria sea segura.
El futbolero podrá ser rechazado. Lo podrán tildar con cuanto calificativo encuentren. Pero nadie le quitará la certeza de que hay pocas cosas más bellas, más puras, más emocionantes, que un caño sublime ante ese 2 que no te deja de ostigar...o lanzarse con alma y vida para recuperar la pelota y, tras una barrida perfecta, disponerse nuevamente a atacar.
De esta armonía, de esta conveniente proporción y correspondencia de fuerza y habilidad, de alma combativa y precursora del lujo a su vez, se nutre el fútbol. El verdadero fútbol, ese deporte que se juega por la gloria y el honor, y no pensando en los flashes de las cámaras.
Por suerte, aún hoy, hay jugadores, selecciones, entrenadores y equipos que dan cuenta de esta armonía. Muchas veces, para gratificación de muchos, son a su vez los que salen victoriosos y llegan a importantes finales. A muchos no les gustará, o les afectará negativamente en el bolsillo. Otros, como el Futbolero, celebrarán la victoria del fútbol.

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